Circula una historia por Internet en la que un anciano autocaravanista pensó que su autocaravana podía conducirse sola y se estampó al comprobarlo. Por fortuna sobrevivió al accidente y demandó al fabricante, ganando el juicio. Veamos que hay de cierto en esta historia.
El señor Grazinski, oriundo de de Oklahoma City, decidió en su primer viaje con la autocaravana allá por el año 2000 probar el Cruise Control (Control de velocidad crucero) pensando que se trataba de un piloto automático. Afortunadamente lo hizo en una autovía y no atravesando unas montañas (tras lo cual no lo hubiese contado). Una vez puesto lo que el pensaba que era el piloto automático a 70 millas por hora, fue a la parte de atrás de su autocaravana para prepararse un café. En la siguiente curva se estampó.
Lo que el señor Grazinski pensaba que era el piloto automático, el control de velocidad crucero, es algo que hoy en día llevan muchos coches. Realmente sirve para fijar una velocidad constante y poder soltar el pie del acelerador.
El hecho presuntamente sucedió en el país de los juicios imposibles: los estados unidos. El anciano de la historia demandó al fabricante de la autocaravana,una empresa llamada Winnebago y por lo visto consiguió una indemnización 1,75 millones de dolares y una autocaravana nueva.
El anciano autocaravanista alegó durante el juicio que el fabricante no advertía en el manual de usuario que el control de crucero no es un piloto automático que toma curvas, frena cuando es necesario y puede detener el vehículo.
Actualmente, Winnebago advierte de tal circunstancia en sus manuales, para el caso de que algún otro retrasado compre uno de sus vehículos.
En la primavera del año 2002, este curioso juicio por no haber especificado mejor las características de la autocaravana fue incluido en la lista STELLA AWARDS, unos galardones que se otorgaron en Estados Unidos entre 2002 y 2007 que premiaban cada año las sentencias judiciales más absurdas.
Estos premios llevan el nombre de Stella Liebeck, una famosa anciana que en 1992 demando a McDonalds cuando se le cayo encima el café produciéndole quemaduras de diversa consideración. La anciana ganó el juicio y fue indemnizada con 2,9 millones de dolares.
Si pensáis que la historia de la autocaravana no es cierta, que no existe nadie tan imbécil como para dejar que su autocaravana conduzca sola tal vez tendréis razón.
Leyendo la web Snopes me he dado cuenta de que es uno de tantos bulos que circulan por Internet y que no existe ningún anciano autocaravanista llamado Grazinski…. afortunadamente.