Hace seis meses compre mi tercera furgoneta, una Hyundai H1. La primera que tuve no me convenció por ser demasiado grande (una Ford Transit 350 semielevada), la segunda por ser demasiado pequeña (una Peugeot Partner) pero a la tercera creo que he dado en el clavo.
Todo comenzó el verano pasado. Llevaba tiempo queriendo volver al mundo cámper, y aunque tenía una Peugeot Partner que compré para la empresa, no me atreví a camperizarla (un error pienso ahora) por considerarla demasiado pequeña. Por ello decidí venderla y buscar algo un poco más grande, pero no demasiado, ya que la experiencia con la Ford transit no fue del todo buena.
De la transit no me gustaba su escasa maniobrabilidad. Era difícil aparcar y llamaba demasiado la atención. Aparte de eso, el que no tuviese aire acondicionado nos impedía usarla en verano, ya que en el levante hace un calor infernal sobre todo en Julio y Agosto.
Así que intenté buscar una furgoneta más pequeña, maniobrable y por supuesto que tuviese aire acondicionado. No quería gastarme mucho dinero, más que nada porque no tenia claro que fuésemos a usarla mucho, y por ello descarté Volkswagens, Mercedes y similares, bastante sobrevaloradas por cierto. Mi presupuesto rondaba los 2.000 euros.
Después de informarme sobre los mejores modelos en relación calidad precio me dedique a buscar Hyundais H1. La primera que vi estaba muy bien pero no tenía pasada la ITV y el aire acondicionado “estaba por cargar”. El precio rondaba los 2400 euros para un vehículo de unos quince años. Le ofrecí al vendedor no regatearle si le pasaba la ITV y le cargaba el aire. En un principio me dijo que sí pero luego se lo pensó mejor y me dijo que la vendía tal cual. Por supuesto seguí buscando. Encima se ofendió diciendo que yo no tenía palabra.
La segunda Hyundai H1 la localicé a unos 30 kilómetros de casa, en un compraventa de coches de Guardamar. Perteneció a un inglés y la vendían por 1800 euros con 315.000 kilómetros y 17 años. Era lo que yo necesitaba, vieja pero bien cuidada y con un aire acondicionado que enfriaba una barbaridad. Le di una señal al vendedor y quedé en recogerla la semana siguiente ya que tenían que pasarle la ITV y cambiarle un par de neumáticos.
Empezamos a usarla para irnos a cenar a la playa en verano. Sin duda lo mejor de la Hyundai H1 es que los dos asientos de la segunda fila (es de siete plazas) se giran 360 grados y pueden encima desplazarse de adelante a atrás. Además se pueden quedar totalmente horizontales e incluso hacerse cama con los tres asientos de la última fila.
Así que, aún sin camperizar, compramos unas linternas y empezamos a usar la furgoneta para cenar junto al mar, convirtiendo la parte trasera en un pequeño salón con una mesa de camping. Nos encantó la experiencia.
Pero aquello podía dar más de sí. Yo quería poder dormir en ella por lo que después de consultar algunos diagramas por internet y ver algunos videos, decidí quitar la última fila de asientos y construir un baúl doble que sirviese tanto como asiento, como para almacenar cosas y servir de apoyo a la cama.
El baúl, aunque primitivo, supuso la primera piedra de la camperización. Tras comprar unas piezas en una fábrica de gomaespuma y construir un somier plegable ya tenía lista la cama.
Después vinieron unos oscurecedores para las ventanas hechos con tela y parasoles de aluminio de los chinos. Más tarde algo que considero imprescindible: un WC químico y por último una mesa fija en la parte trasera. Ya teníamos el embrión de nuestra cámper.
Comenzamos a usarla también en invierno para irnos a pasar el día por todas las calas de nuestra provincia. Salíamos a primera hora de la mañana, comíamos en la furgo, dábamos un paseo y volvíamos al anochecer. Mientras tanto seguíamos equipándola. Compramos una potente bombilla USB, rescatamos la TV de 12v de la caravana y la batería auxiliar. Compramos un camping gas y la llenamos de organizadores de asiento para clasificarlo todo. Luego vinieron la cafetera de 12v, el hervidor de agua y el grifo USB para poder fregar. Y por supuesto a usarla todos los fines se semana.
Unos días a la playa y otros a la montaña, siempre a pasar el día.. todos los sábados y domingos.
Y después de comer o cenar a jugar con alguno de los muchos juegos que llevamos en la furgo.. Rummy, Virus, Mentiroso…
Unas veces llevándonos la comida preparada de casa y otras comprándola sobre la marcha…
Pero siempre conociendo sitios nuevos y algunos muy cerca de casa…
Playa y montaña.. a veces las dos el mismo día. La suerte de vivir en Alicante, “la millor terreta del mon.”
Incluso nos atrevimos con el camping, mucho más incómodo que ir con caravana a lo cual estamos más acostumbrados. La ventaja es que para una salida rápida es perfecta. Sales sábado por la mañana y vuelves domingo por la noche. Mucho más cómodo que usar la caravana. Eso sí en principio solo para dos personas, para las niñas teníamos una sorpresa..
El famoso cenador de Decathlon y un par de colchonetas..
Pocas cosas hay tan placenteras que tomarse un café recién hecho después de comer, escuchando las olas del mar y leyendo un buen libro.
Y justo cuando más caña le dimos llegó la tercera ola del dichoso coronavirus y cerraron todos los bares. Entonces nos sentimos unos privilegiados por poder salir a comer cada día a un sitio distinto. E incluso empezamos a usar la furgo como coche ya que tener un WC a mano siempre es muy muy cómodo sobre todo ahora cuando todos los bares están cerrados y solo quedan las gasolineras..
En fin, una acertada compra y excelente en relación calidad precio…